Los fibromas uterinos, también llamados miomas o leiomiomas, son bultos o tumores que se encuentran en el útero. Estos crecimientos ocurren en el 50% de las mujeres y son una de las principales causas de histerectomía.
Los fibromas pueden desarrollarse fuera de la pared uterina (“serosa”), dentro de la pared uterina (“pared”) o dentro de la cavidad uterina (“submucosa”). Aunque se consideran tumores, no son cancerosos. Los fibromas son sensibles a la estimulación hormonal y pueden crecer continuamente durante el período fértil de una mujer.
¿Con qué se llenan los fibromas uterinos?
Los fibromas uterinos son tumores firmes y densos formados por tejido conectivo fibroso y fibras musculares lisas. Estos tumores tienen un rico suministro de vasos sanguíneos, principalmente de la arteria uterina.
Debido a esto, el tumor puede crecer continuamente hasta la menopausia, lo que los hace aparecer vivos. A pesar de su crecimiento continuo, es muy raro que el leiomioma uterino sea canceroso (también llamado leiomiosarcoma). Tampoco aumenta las posibilidades de una mujer de contraer otras formas de cáncer en el útero.
¿Qué causa los fibromas uterinos?
La razón exacta de su desarrollo sigue siendo desconocida. Sin embargo, se descubrió que se desarrollaba en respuesta a la estimulación de la hormona estrógeno. También se ha asociado con la obesidad, al comienzo del período menstrual antes de los 10 años, y con antecedentes familiares de fibromas.
¿Qué signos y síntomas causan los fibromas?
Los miomas uterinos generalmente tienen dolor durante el coito, sangrado vaginal excesivo, presión pélvica o sensación de plenitud en el abdomen o la pelvis. También puede causar micción frecuente o estreñimiento si su tamaño comprime la vejiga o el recto. Sin embargo, no todas las mujeres tienen síntomas.
¿Cómo se diagnostican los miomas uterinos?
Como generalmente no tiene síntomas, se le diagnostica la mayor parte del tiempo durante los controles de rutina. Para diagnosticarlos y detectarlos específicamente, y para descartar otras afecciones, se puede realizar una ecografía abdominal o vaginal. La resonancia magnética o la resonancia magnética también podrían solicitarse para obtener una visión más clara del tamaño, la cantidad y la ubicación de los fibromas.
Otra prueba de diagnóstico es la histeroscopia, donde se inserta un pequeño dispositivo con una cámara conectada en el útero a través de la vagina y el cuello uterino. Se podría hacer una biopsia al mismo tiempo para confirmar cualquier célula cancerosa en el área. Finalmente, se podría realizar una laparoscopía para examinar a fondo todas las capas del útero para detectar posibles tumores y tumores.
¿Cómo se tratan los fibromas?
La mayoría de las mujeres no tienen síntomas, pero para quienes las padecen, varios tratamientos pueden ayudar. Antes de considerar qué opción de tratamiento es la mejor, hay algunas cosas a tener en cuenta, como los síntomas específicos que experimenta, el tamaño y la ubicación de los fibromas, su edad y el momento de la menopausia.
La primera línea de tratamiento es la droga. El más utilizado es un medicamento llamado agonista de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRHa). Esto disminuye la cantidad de estrógeno y progesterona suministrada por el cuerpo, deteniendo así el ciclo menstrual. Como resultado, los fibromas se encogen o desaparecen por completo. Otros medicamentos que podrían usarse incluyen anticonceptivos orales y antiinflamatorios no esteroideos (AINE).
Si los medicamentos no son efectivos y se observa un crecimiento continuo de fibromas, puede ser necesaria la cirugía. Se podría realizar una histerectomía en la que se extirpa parte o todo el útero. Otra opción es la miomectomía. Funciona al eliminar tumores de las paredes musculares del útero sin afectar el tejido sano.